domingo, 29 de marzo de 2015

ESTANISLAO ZULETA en la REVISTA DE LA UNIVERSIDAD de ANTIOQUIA (UdeA), No. 319, enero - marzo 2015. ¡80 años! de la Revista.


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el ejemplar impreso de la Revista y la autorización para publicar su texto.
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ESTANISLAO  ZULETA 
en la 
REVISTA DE LA UNIVERSIDAD de ANTIOQUIA (UdeA) 
No. 319, enero - marzo 2015 
¡80 años! de la Revista
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CONTENIDO
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Desde el 16 de abril, 2015, está disponible en internet la edición digital-virtual COMPLETA de Revista de la Universidad de Antioquía No. 319 (enero-marzo, 2015), especial dedicado a Estanislao Zuleta Velásquez .

La edición digital-virtual de la REVISTA completa en: 


Mi padre, retrato a contraluz
José Zuleta Ortiz
Especial para la Revista de Universidad de Antioquia No. 319. Enero – Marzo 2015
TEXTO COMPLETO
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VIDEO: EL AUTOR LEE EL TEXTO


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*** 26 de marzo, 2015, Medellín,  10:00 a.m.
--- "Zuleta y la democracia liberal". Conferencia. Dictada por el Dr. Alejandro Gaviria Uribe, ministro de Salud y Protección Social de Colombia.  La Revista Universidad de Antioquia inicia la celebración de sus ochenta años con esta conferencia sobre Estanislao Zuleta, como homenaje a la memoria de este pensador colombiano en los ochenta años de su nacimiento y veinticinco de su muerte. Lugar: Auditorio principal Edificio de Extensión, Calle 70 # 52-62. Entrada libre. https://www.facebook.com/revistaudea/photos/a.168596546532097.40483.110640405661045/857179287673816/?type=1&theater 
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CONFERENCIA y LANZAMIENTO DE LA REVISTA
https://twitter.com/hashtag/80a%C3%B1osRevistaUdeA?src=hash

1935 - 2015, ¡80 años! de la Revista
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"Zuleta y la democracia liberal". Conferencia. Dictada por el Dr. Alejandro Gaviria Uribe
Medellín Marzo 26, 2015
NTC ... intentará conseguir el video, el audio y/o el texto de esta conferencia
para publicarlo aquí. O al menos el enlace en donde se publique 
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Alejandro Gaviria Uribe, Elkin Restrepo (director de la Revista) y Alberto Uribe Correa (Rector de la Udea)

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lunes, 9 de marzo de 2015

CARTA PARA JOSÉ ZULETA y ALBERTO VALENCIA. DE: ALFREDO REYES COREY. Cali, Marzo 6 de 2015

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CARTA PARA JOSÉ ZULETA y ALBERTO VALENCIA


JOSÉ ZULETA y ALBERTO VALENCIA 
Homenaje a Estanislao Zuleta, Cali, Febrero 17, 2015
DE: ALFREDO REYES COREY


El autor
Homenaje a Estanislao Zuleta, Cali, Febrero 17, 2015
Cali, Marzo 6 de 2015

Estimados José y Alberto:
Las recientes conmemoraciones de Estanislao han abierto con fuerza el cajón de los recuerdos, pero no solo con queridas remembranzas, sino que han traído a consideración toda una época y el sentido que tuvo él en el devenir cultural, general y personal.
Mi primer contacto con Zuleta no fue con él sino con su obra, con una parte de su obra. Tuve ocasión de conocer su trabajo denominado “Marxismo y Psicoanálisis”, que leí con avidez pues se trataba de la ansiada articulación entre ambas ciencias, articulación intentada muchos años antes por los grandes analistas de la segunda generación vienesa, la llamada “izquierda freudiana” encabezada por Sigfried Bernfeld, Otto Fenichel y Wilhelm Reich, quienes mucho antes que el movimiento argentino de Maria Langer habían tratado de potenciar las dos ciencias entre sí, quizás para oponerle una fuerza intelectual al creciente antisemitismo que se cernía sobre Alemania y la Europa Central.
La síntesis lograda por Zuleta en el tema era impresionante. Pero no es precisamente por eso que la cita viene a la rememoración. Fue por el fuerte impacto que me produjo una expresión suya, al ocuparse de las ideas de Freud sobre la guerra. Dice Zuleta empezando un párrafo:  “… el lamentable ensayo de Freud sobre la guerra …”
¿Quién es este hombre –pensé para mis adentros- que puede referirse a Freud de esa manera?  ¿quién era este hombre que se permitía privilegiar la lógica de las teorías por encima de la veneración y respeto de sus autores?
Al principio la expresión me pareció un tanto atrevida y arrogante, pero este parecer no prosperó precisamente porque acababa de leer todo el ensayo y había quedado deslumbrado por la altura, la precisión y el amplio dominio de los dos campos.
Por entonces yo era un joven analista de 35 años, ya formado, que además había sido formado como internista unos años antes, y el desconcertante impacto inicial se trocó en admiración por un hombre pensante que podía situarse en el mismo nivel de otros pensadores, de aquellos que producían teorías nuevas que revolucionaban el saber consagrado.
Y al lado de la admiración surgió la secreta y un poco confusa esperanza de aprender de este extraño profesor. Aún no sabía lo que iba a aprender, pero ya me había declarado discípulo suyo por anticipado. Su discurso había provocado ese efecto.
Aunque se que esto era así, en su momento no era tan evidente como lo expreso ahora.
Unos pocos años después Zuleta vino a Cali por una semana – (desafortunadamente la misma semana aciaga que vio caer a Salvador Allende y a la esperanza por él representada) – en la que propuso a un pequeño grupo un seminario doble: “Mas allá del principio del placer”, de Freud, y un extraordinario cuento de Poe : “Un descenso en el Mäelstrom”.
Fue para mí una experiencia sin precedentes. El pensamiento volvía a mostrar su acción para poner en evidencia las implicaciones, el sentido y el alcance de un relato literario, insospechados en una lectura ligera, lo cual era una fiesta para el espíritu, que yo disfrutaba con alegría contenida, casi secreta.
Tampoco habíamos leído a Freud en su hondo significado literario, filosófico e histórico que revolucionaba el concepto de la Psicología de la época y que ensanchaba enormemente el horizonte humano abriendo los caminos de la comprensión de procesos que, por desconocidos, tenían la “libre” posibilidad de afectar y lesionar la vida de diversas formas. Empezamos a salir de la costumbre de leer a Freud solo como un requisito del pensum de la formación.
Eran sin duda nuevas experiencias que preparaban el camino para invitar a Zuleta al novedoso y prometedor proyecto del Centro Psicoanalítico Sigmund Freud.
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Cuando llegó ese momento, a mediados de 1974, y ya con el programa de estudios en la mano, le confesé a una colega, de manera espontánea e ingenua, que me sentía feliz, como si estuviera de nuevo en una Universidad, pero esta vez en una universidad diferente, en una especie de universidad de Humanidades en la que quería acabarme de formar.
Tal afirmación le pareció un poco extraña a mi interlocutora. Pero la sensación descrita conectaba con algunos momentos del bachillerato, en donde la voz de algún buen profesor de literatura hacia soñar con el gusto por las grandes creaciones de la cultura: los poetas, los grandes escritores mencionados en clase: Baudelaire, Paul Verlaine, Alfredo de Musset, y hasta el Marqués de Santillana!
Y acaso también, conectaba más profundamente con los albores de la vida en los que el padre, que aparecía misteriosamente en el horizonte de la percepción, era objeto de profunda admiración, como parece advertirse en un memorable cuento de García Márquez, “El ahogado más hermoso del mundo”, cuyo extraño título se queda muy corto para expresar la admirable aproximación literaria a lo que pudiera ser la percepción de la importancia del padre en el despertar de la conciencia.
La voz de Zuleta pues, tenía la posibilidad de evocar y conectarse con los mejores momentos de contacto con la cultura humana, que, salvo algunas excepciones, se sitúa solo en el bachillerato, dada la desconexión cultural que ocasiona la profesionalización del futuro de los estudiantes.
Había que volver a ese temprano momento lleno de esperanzas y de alegría de saber sobre la vida, y cuya prosecución fue lo que sentí al inaugurarse nuestra nueva y singular “universidad”.

Zuleta y el Pensamiento.  El aspecto más admirable, que pude percibir desde el comienzo del Centro, fue el pensamiento de Zuleta. Era algo nuevo, realmente. Escuchándolo una y otra vez me admiraba y sorprendía que el pensamiento tuviera tanto alcance. Era un poder, una potencia que no conocía de esa manera. Quizás porque la represión general había hecho su trabajo. No conocía de verdad esas propiedades del pensamiento: poderoso y osado. Zuleta nos hizo conocer el pensamiento como un poder existente, real y útil. Para mí, fue un descubrimiento asombroso. No sabía que el pensamiento pudiera llegar tan lejos, que tuviera tanto alcance.
Lo cual no sólo admiraba sino que sentía esa actividad como una promesa, como una esperanza de llegar a tener fuertes relaciones con la verdad. Desde esa perspectiva veía el pensamiento como una potencia transformadora, y por lo tanto era un hallazgo invaluable para un analista, con respecto a sí mismo y a sus pacientes: el pensamiento con su poder de vencer la represión patógena de la verdad, abría los caminos de la libertad y de la curación analítica.

El pensamiento y la verdad. Zuleta con Freud.  Podría decirse, siguiendo la presente línea, que el pensamiento es un camino hacia la verdad, o que el pensamiento conduce a la verdad, al develamiento de una verdad no visible.
Y aquí puede uno entender el atractivo tan grande que Freud siempre tuvo para Zuleta. Freud era otro que podía pensar, que pensaba de una manera profunda y efectiva. En este sentido podría decirse que el Inconsciente es un efecto, un producto del pensamiento, del pensamiento de Freud. Veamos.
Freud estuvo desde el comienzo, y en su calidad de Neurólogo clínico, ante numerosos pacientes con parálisis motoras. Sus conocimientos neurológicos le permitían distinguir entre una parálisis orgánica (cerebralmente causada), y una parálisis no orgánica, que él empezó a llamar parálisis histéricas. De hecho en esa época, aún pre-psicoanalítica, escribió un trabajo denominado “Diferencias anatómicas entre las parálisis orgánicas y las histéricas”, vigente hoy entre los neurólogos actuales.
Nadie mejor que Freud para realizar esa distinción, porque a la vez que era un neurólogo, era el único pensador científico que ya vislumbraba la existencia de un “campo psíquico”, de un espacio que pudiera explicar la parálisis que la neurología no podía explicar y que sin embargo existía como una realidad en los pacientes.
Para Freud esas parálisis no explicables neurológicamente, pero existentes, tenían que tener un origen, una causa. Era algo no lógico, era una discordancia lógica que demandaba una explicación. Había allí una verdad desconocida, pero que pensando se podría descifrar.
Así Freud, blandiendo su pensamiento, se proponía encontrar una verdad tras el síntoma, así en ese empeño tuviera que descubrir un continente desconocido, el vasto inconsciente.
Así, el descubrimiento de algo nuevo y desconocido llegó a ser necesario –como paso intermedio – para llegar a una verdad que resolviera la discordancia lógica presente en esa escena clínica. Solo un pensamiento eficaz puede lanzarse en pos de la verdad cuando su ocultamiento (represión) afecta los principios fundamentales de la lógica: si una parálisis comprobada como tal no se explica por la neurología, debe haber una explicación en otra parte, aunque para encontrarla en esa “otra parte” haya que fundar el contexto teórico para esa otra parte; aunque sea necesario descubrir una dimensión desconocida, y formular un aparato psíquico, un campo teórico distinto del cerebro, el psiquismo, para explicarse lo que el cerebro no puede explicar.
Por eso decimos que el descubrimiento del Inconsciente es un efecto del pensamiento, un altísimo rendimiento del pensamiento.
Creemos que esto impresionó a Zuleta tanto como Zuleta nos ha impresionado a nosotros.

Y además queremos decirle a la moderna Neurociencia que los descubrimientos del Psicoanálisis permiten establecer que el cerebro y la mente (el psiquismo), no son la misma cosa. Que los hechos psíquicos requieren la referencia a otro marco teórico para ser explicados, aunque, por otro lado esos mismos hechos psíquicos tengan un correlato electro-físico-químico durante su ejecución; pero que dicho correlato no los explica.
Más bien sugerimos que una útil orientación de las investigaciones neuro-científicas sería el conocimiento de la obra de ese neurólogo que tuvo que dejar de ser neurólogo para poder descubrir un nuevo campo teórico en donde entender el psiquismo humano.
Allí se podrían refinar las posibles correlaciones entre los dos campos, pues hasta el presente, el psicoanálisis sabe mucho más sobre el psiquismo humano que las neurociencias.
La Neurociencia no podría decir cómo se forma el psiquismo porque éste es una superestructura simbólica surgida de la inter-acción con el medio humano; pero en cambio sí podría estudiar cómo se registra y cómo se fija esa estructura.
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NTC ... ENLACES:


Óscar Espinosa y Alfredo Reyes
Homenaje a Estanislao Zuleta, Cali, Febrero 17, 2015 
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martes, 3 de marzo de 2015

La esperanza y la sospecha. EDITORIAL. Por: Revista Arcadia, Febrero 24, 2015. No. 113. El legado de Estanisao Zuleta. ¿Nuevas claves en su discurso ...?

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  La esperanza y la sospecha 

EDITORIAL Por: Revista Arcadia
Febrero 24, 2015. No. 113

El legado de Estanisao Zuleta. 
¿Nuevas claves en su discurso ...?
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EDITORIAL


Por: Revista Arcadia (impresa y virtual) Febrero 24, 2015. No. 113


"En nuestra época estamos viendo que es tan poderosa la tendencia a producir un grupo madre y la oferta de idealización a quien pretenda o parezca encarnarlo que no solo las religiones y los movimientos políticos, sino también las sociedades psicoanalíticas y las tendencias teóricas más críticas, más lúcidas y más productivas tienden a convertirse en partidos totalitarios y comienzan a secretar, con la misma naturalidad con que el hígado secreta bilis, sus ortodoxos y sus herejes”. Esta cita pertenece a Idealización en la vida personal y colectiva, del filósofo antioqueño Estanislao Zuleta, de quien se conmemoran 25 años de su muerte este febrero de 2015, además de 80 de su natalicio. Como muchas de sus reflexiones, Zuleta dejó una vasta obra que problematizó la realidad de un país desde preguntas que aún hoy siguen vigentes.
El texto, que se ocupa de reflexionar sobre la idealización en el amor, el pensamiento y la acción, es de una pertinencia asombrosa. Nos dice Zuleta cuán peligroso es idealizar los fines sin contar con los procesos. Algo que parece natural en la Colombia de hoy, tan ansiosa por obviar las tensiones para conseguir, de la noche a la mañana, una imagen idealizada de sí misma. En ese sentido, el pasado no puede seguir siendo interpretado desde “un golpe de esencia”; un momento único en el que todo estuvo cifrado, sino desde “la complejidad contradictoria de la vida”. Uno anhela, en verdad, que las polémicas y los debates intelectuales de hoy –ni hablar de los políticos– fueran menos totalizantes, más complejos; menos agresivos al descalificar al otro con argumentos elitistas que consisten en argüir que los “demás” son ignorantes y “con ellos” no se puede discutir ni argumentar.
El psicoanálisis, el marxismo, la crítica literaria, discursos con los que Zuleta ejerció la crítica cultural desde sus cátedras en la Universidad Libre o en la Nacional; desde sus múltiples conferencias –editadas en su gran mayoría por la Universidad del Valle–; desde sus ensayos –publicados en revistas como Crisis–, son considerados por algunos intelectuales criollos como discursos manidos pues poco se los conoce, cuando menos, o se los simplifica con términos de ocasión. Se ha caricaturizado de una manera grosera la idea de que el psicoanálisis, por ejemplo, es un discurso que fracasó en el tiempo. Algo parecido ocurre con el marxismo, que se ha reducido al lugar común, en asociaciones no solo provincianas sino de una profunda ignorancia. O de la crítica literaria, que para muchos sigue siendo otra de esas actividades infecundas, ejercida por parias académicos que no tienen nada mejor que hacer que leer libros como quijotes enloquecidos. Y con ello, se ha desdeñado socialmente el valor del riesgo, de la aventura, de la lectura, del arte como posibilidad de realización y no como discurso de evasión. “Hay que tomar por lo tanto en su sentido más fuerte la tesis de que es necesario leer a la luz de un problema. Como se ve, a medida que escribo estas líneas, el concepto de ‘problema’ ha venido a sustituir subrepticiamente el concepto de ‘preguntas abiertas’ como si se tratara de la misma cosa, o como si fuera algo más explícito, cuando en realidad en el lenguaje corriente es el término más vago que existe. Sin embargo, aquí, además de sustituirse comienza ya a definirse: un problema es una esperanza y una sospecha (…)”.
Más allá de hablar y pensar en Zuleta como el ser humano imperfecto que fue, y que han recogido varios medios de comunicación, valdría la pena encontrar nuevas claves en su discurso, incluirlo en el pénsum de las universidades, estudiarlo con el mismo rigor y complejidad que él les exigía a los trabajos que emprendía. Y quizás, a través de sus textos, de sus conferencias, de sus pensamientos, podamos también estar en desacuerdo, podamos encontrar cuánto hemos cambiado –o no– sin ser vergonzantes de un pasado que aún está pendiente de descifrar. “La existencia de un espacio para el debate implica la posibilidad de la duda, la cual está muy lejos de ser el ejercicio natural de una facultad ni menos aún el efecto de una decisión voluntaria. La duda no se da cuando estamos dispuestos a incorporar mágicamente el discurso del otro, ni cuando estamos inmunizados contra él porque tenemos una fe ciega puesta en otra parte. Requiere que los pensamientos puedan circular al mismo tiempo como objetos altamente valorados, prometedores y peligrosos (…)”.
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